Una de las fortalezas naturales con que cuenta nuestro país, lo constituye sin lugar a dudas nuestro sistema cordillerano. Pues se trata de murallas acantiladas que protegen permanentemente como celosos guardianes las llanuras intramontanas de Quisqueya.
Estas fortalezas son más evidentes y seguras en nuestra región, en donde el valle del Cibao es resguardado por las cordilleras Septentrional y Central, las cuales nos protegen permanentemente, contra fenómenos naturales como los huracanes, siendo reguladoras del clima y el medio ambiente.
En los últimos tiempos nuestras cordilleras han sido violadas por bandas de malhechores que la han expuesto al desnudo. El caso más dramático es el de la cordillera Septentrional la cual ha sido devastada por un despiadado y acelerado proceso de deforestación y extracción minera que está arrasando con el estrato arbóreo del bosque primario, aniquilando las principales especies endémicas y nativas de la zona.
La abrupta e ilegal explotación minera para extraer materiales no metálicos para la construcción de infraestructuras viales, está socavando profundamente la base que sustenta la estructura natural de ésta cordillera, lo cual constituye un peligro de desastre inminente y un crimen ambiental imperdonable.
Se trata de suelos muy jóvenes con una estructura muy frágil por su composición química y su formación calcárea, cuyos elementos constitutivos son altamente solubles al agua. Situación esta que provoca que los suelos se deslicen con mucha facilidad.